Esta vez en La Habana intenté alejarme de la "Vía Turista" y conocer un poco más a fondo a la gente que vive el régimen socialista y que por ello sufren uno de los bloqueos económicos más fuertes que puedas imaginar, un lugar donde se subsiste gracias al mercado negro, a los intercambios, a la buena voluntad, a los actos heroicos de todos los días.
Conocí la música local, la comida criolla, los pasatiempos de los desempleados, el difícil acceso a la medicina aunque el servicio médico sea gratuito, la necesidad de saber si son ciertas las cosas que se ven en televisión, en las telenovelas que tienen que rentar en DVDs porque no se transmiten en el régimen socialista, la necesidad de hablar con otros que no se burlen o aprovechen de sus carencias. Conocí lo difícil que es ponerle aire a una llanta ponchada, lo controladas que están las interacciones entre cubanos y extranjeros, las redes de espionaje tan eficientes con que controlan a cada uno de sus ciudadanos, los malabares que deben hacer para poder tener en sus mesas un poco de carne, leche y huevos; los bares que frecuentan los habaneros, maestros de música que inventaron los ritmos más sonados actualmente y que permanecen en el anonimato; conocí las tiendas y su limitado inventario de solo cebollas, ajos y unos cuantos tomates marchitos; los callejones sucios, malolientes y bulliciosos donde las palabras se convierten en gritos de una acera a la otra, donde la prostitución puede verse o intuirse donde quiera que voltees.
Pero también es cierto que conocí más que un pueblo necesitado y sometido, conocí a personas valiosas, conocí la mirada puesta en un futuro esperanzador, conocí la mirada dulce y tierna de la infancia, la camaradería que parece invadirlos a todos para hacer frente a la causa común de sobrevivir día tras día, la mirada de orgullo por el lugar de nacimiento, de su lugar en el mundo; la mirada que te indica que dentro de esa RAZA DE CORAL hay corazones enormes dispuestos a luchar sin tregua.
Espero que este conjunto de fotografías, de retratos callejeros, espontáneos, sin pose, sin ambientación y sin pretenciones - al que he puesto el nombre de Raza de Coral- te gusten y te conmuevan tanto como a mí.
1 comentarios:
INDUDABLEMENTE RAUL.
GRACIAS Y POR CIERTO MUY BELLAS LAS FOTOGRAFIAS TUYAS, COMO SIEMPRE.
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